Por: Fabio Uribe Diferentes historias nos ha vendido la industria cinematográfica sobre el futuro. Máquinas aterradoras que han tomado posesión de la tierra desplazando y buscando la extinción de la raza humana. Viajes interestelares apoyados por androides de tipo celular y biológico, con naves que albergan ciudades enteras, tele transportadores de materia que nos permite viajar de forma instantánea de un lugar a otro. Inteligencia artificial que gobierna e imparte justicia en el mundo y carros voladores que hasta puede regresar y viajar en el tiempo. La belleza de la imaginación y narrativa humana nos ha permitido ya viajar en el tiempo. Buscamos ver hacia adelante lo que nos espera, con esperanza o sin ella, nos mueve e inquieta lo que vendrá y estamos atentos a artículos e innovaciones que se liberan o se anuncian comercial y científicamente, pues será los más próximo a ese futuro que esperamos y deseamos. La belleza de la imaginación y narrativa humana nos ha permit
Por: Fabio Uribe Suelo recordar historias de mi padre, Pedro, cuando mencionaba la cantidad de trabajos que se habían perdido en las fábricas como resultado de la incursión de maquinaria. Me acuerdo muy bien de la jabonería donde trabajaba; de pequeño me llevaba los fines de semana para ver como se fabricaba el jabón de baño que usábamos en casa. Era una experiencia que de niño me marcó de felicidad, era estar donde mi papá trabajaba, era una forma de compartir conmigo y enseñarme la importancia del trabajo. Recuerdo que frente a los talleres había un campo verde muy grande donde sus trabajadores solían jugar fútbol, donde el olor a hierba fresca se mezclaba con el de las rosas color naranja que se agrupaban cerca de la casa de los cuidanderos de la fábrica; y que para nosotros, en esas visitas con mamá y mis hermanos, nos servía de tarde de campo para allí almorzar, compartir y jugar. No olvido tampoco cuando comencé a ver más tiempo a papá en casa. Me enteré después que más de la mi