Por: Fabio Uribe
Suelo recordar historias de mi padre, Pedro, cuando mencionaba la cantidad de
trabajos que se habían perdido en las fábricas como resultado de la incursión de
maquinaria. Me acuerdo muy bien de la jabonería donde trabajaba; de pequeño me
llevaba los fines de semana para ver como se fabricaba el jabón de baño que
usábamos en casa. Era una experiencia que de niño me marcó de felicidad, era
estar donde mi papá trabajaba, era una forma de compartir conmigo y enseñarme
la importancia del trabajo.
Recuerdo que frente a los talleres había un campo verde muy
grande donde sus trabajadores solían jugar fútbol, donde el olor a hierba
fresca se mezclaba con el de las rosas color naranja que se agrupaban cerca de
la casa de los cuidanderos de la fábrica; y que para nosotros, en esas visitas
con mamá y mis hermanos, nos servía de tarde de campo para allí almorzar,
compartir y jugar.
No olvido tampoco cuando comencé a ver más tiempo a papá en
casa. Me enteré después que más de la mitad de trabajadores, incluido mi padre,
se encontraban en igual situación, habían perdido sus trabajos. Nos explicaba
que una maquinaria nueva adquirida por el dueño de la fábrica podría producir
en línea muchos más jabones que todos los empleados juntos. Fue mi primer
contacto indirecto con las consecuencias, tardías que llegaban a nuestro país,
de la segunda revolución industrial.
Y en tan solo unas pocas décadas, llegó la tercera revolución
industrial entendida como la era de las comunicaciones o la era digital, y no
terminábamos de cambiar de teléfonos celulares a teléfonos inteligentes, cuando
nos llegó la cuarta revolución industrial acuñando el término de Industrias
4.0, que como lo define la Enciclopedia Británica, (Tomado en mayo de 2020,
https://www.britannica.com/topic/The-Fourth-Industrial-Revolution-2119734)
será la conducida por la convergencia de
las innovaciones en lo digital, lo biológico y lo físico.
“Y en tan solo unas pocas
décadas, llegó la tercera revolución industrial entendida como la era de las
comunicaciones o la era digital, y no terminábamos de cambiar de teléfonos
celulares a teléfonos inteligentes, cuando nos llegó la cuarta revolución industrial”
Industrias 4.0 trae consigo tecnologías como Inteligencia
Artificial (del Inglés AI), Machine
Learning, Realidad Virtual (del Inglés VR), Realidad Aumentada (del Inglés
AR), Realidad Extendida (del Inglés XR), Internet de la Cosas (del Inglés IoT),
Internet de los Dispositivos Médicos (del Inglés IoMT), Genética, Robótca,
BlockChain e impresión en 3D, ente otras que vendrán. Con la incursión de estas
tecnologías y de manera similar, guardando las proporciones de tiempo,
velocidad e impacto, traen como en las anteriores revoluciones, cambios
sociales, políticos, culturales y educativos, más rápido aún en una economía
global como en la que nos encontramos.
Si sumamos a esta revolución la actual coyuntura generada
por la Pandemia del Covid-19, vemos que nos vimos avocados a una forma
socialmente diferente de relacionarnos, de trabajar y de aprender
colaborativamente de forma remota y que la adopción de tecnología pudo haber
llegado, quizá, de manera abrupta a instituciones educativas y compañías que
poco o nada creían en ellas. Quizá con alguna o ninguna preparación para usarla
de manera adecuada y eficiente.
“la adopción de tecnología
pudo haber llegado, quizá, de manera abrupta a instituciones educativas y compañías
que poco o nada creían en ellas”
Al igual que el aumento de jabones en la fábrica donde
laboraba mi padre, estos cambios han traído nuevos empleos y nuevas formas de
trabajo con habilidades diferentes. Como mi padre, que tiempo después aprendió
a manejar equipo y maquinaria en otro sector, o como mi hermano José, el mayor,
que aprovechó dicha oportunidad para diseñar, crear y fabricar maquinaria de su
propia invención, para automatizar procesos productivos en diferentes
industrias. A esta etapa de adaptación viene una de resiliencia.
En educación, esta etapa de adopción se está dando gracias a
la tecnología de videoconferencias que ya tenía más de 8 años de
estar desarrolladas con muy escaso uso en este sector. Se pudo dar de alguna
forma continuidad a las clases en colegios y universidades, transfiriendo la
forma de como se ha venido enseñando en clases de manera presencial y trasladando
esta metodología de manera directa a las clases en línea sin mayor modificación
ni adaptación. Ha sido una labor titánica y debemos reconocer el esfuerzo que
han dado las instituciones en cabeza de profesores y directivos, de padres de
familia y estudiantes. Ha sido un camino que aprendimos a dar conjuntamente,
con más esfuerzo que en la anterior normalidad. Con desaciertos y errores, que
como en cualquier construcción comunitaria ocurren y debemos estar dispuestos a
reconocer, asumir y corregir.
En esta etapa que he llamado de adopción temprana de la
tecnología, los colegios, y por emergencia, han llegado a las clases en línea,
develando un sistema de educación que tiene un buen camino por recorrer.
Diarios y noticieros han registrado malestar de padres de familia,
especialmente de menores de edad, cansados y en desacuerdo con este sistema
porque, además del teletrabajo, han tenido que dedicar tiempo adicional para
complementar la educación de sus hijos, quienes se ven expuestos a horas frente
a una pantalla de computador, sin comprender que los tiempos de concentración
se cuentan en minutos.
“Diarios y noticieros han
registrado malestar de padres de familia, especialmente de menores de edad,
cansados y en desacuerdo con este sistema”
Como redacta Elizabeth A. Harris, reportera cultural del
New York Times (Mayo 1, 2020. Artículo: ‘Es demasiado’: el aprendizaje a
distancia está llevando a los padres al límite) “Con los maestros
relegados a las pantallas de las computadoras, los padres tienen que actuar
como ayudantes de los maestros, monitores de pasillo, consejeros y personal de
la cafetería, todo ello mientras intentan cumplir con su propio trabajo en
circunstancias extraordinarias. Los trabajadores esenciales quizás son los que
se encuentran en la situación más difícil, en especial si están fuera de casa
durante el horario escolar, dejando solo a uno de los padres en casa, o a
nadie, cuando los estudiantes más los necesitan.”
Sin embargo, esta adopción temprana por emergencia, ha
permitido encontrar puntos de mejora y aprendizajes importantes para la
preparación a la siguiente normalidad. Como lo describe Shannon Riggs,
Directora ejecutiva de programas académicos e innovación de aprendizaje, de la
Universidad del Estado de Oregon, Estados Unidos (Abril 2020. Riggs, Shannon. Student-Centered Remote Teaching:
Lessons Learned from Online Education. Transforming Higher Ed. EDUCASE),
la primera lección aprendida y más significativa de este nuevo aprendizaje a
distancia es considerar el nuevo
ambiente de aprendizaje desde un perspectiva centrada en el estudiante.
Riggs, hace
mención a que muchos educadores en línea han encontrado de gran ayuda para la
enseñanza centrada en el estudiante, focalizarse en tres formas de interacción
de sus alumnos en ambientes virtuales en línea:
·
Interacción
Estudiante-Contenido, donde los instructores proveen experiencias de
aprendizaje activo a sus estudiantes, con actividades de aprendizaje
significativo más reflexión.
·
Interacción
Estudiante-Estudiante, donde los instructores estructuran una comunidad de
aprendizaje y dejan claro a sus estudiantes como ellos deben interactuar con
sus compañeros de clase.
·
Interacción
Estudiante-Instructor, donde instructores crean una infraestructura que
permita interactuar con sus estudiantes durante la experiencia de aprendizaje.
Es así, que una transición de la etapa de adopción temprana
a una etapa de resiliencia y cambio hacia esta nueva normalidad, después de la
pandemia del Covid-19, lleva a reaprender por parte de las instituciones su
nuevo rol para facilitar la adopción tecnológica dentro de la comunidad
académica. A replantear y aprender
nuevas metodologías en el nuevo rol del docente
facilitador – coach, y a permitir que los estudiantes se re-imaginen
siendo sus propios gestores del aprendizaje, que utilicen tecnologías que les permitan aprendizajes inmersivos,
significativos y que promuevan el desarrollo de su intelecto a través de la reflexión, la investigación, el
trabajo autónomo y colaborativo.
“Es así, que una transición
de la etapa de adopción temprana a una etapa de resiliencia y cambio hacia esta
nueva normalidad, después de la pandemia del Covid-19, lleva a reaprender por
parte de las instituciones su nuevo rol para facilitar la adopción tecnológica
dentro de la comunidad académica”
El caso de mi padre, de la transición a sus nuevos puestos de trabajo con nuevas competencias, me permite entender que el proceso de adopción y adaptación al cambio es natural en el ser humano, que sólo necesitamos tener claro el nuevo norte que nos permita entender, en el caso de las instituciones educativas, que el modelo tradicional de clase presencial centrada en el docente para transferir conocimiento, trasciende a nuevos ambientes de aprendizaje donde el hogar y otros sitios remotos serán nuevos espacios para realizar trabajo autónomo y colaborativo, mientras que el aula, ya sea física o virtual, se convierte es espacio importante para la práctica y el trabajo en equipo hacia la producción de conocimiento basado en la información previamente recibida, estudiada y analizada.
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